CAPÍTULO I
LAS CEGUERAS DEL CONOCIMIENTO:
EL ERROR Y LA ILUSIÓN
Todo
conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación del
futuro debe afrontar el problema desde estos dos aspectos: error e ilusión. El
mayor error sería subestimar el problema del error; la mayor ilusión sería
subestimar el problema de la ilusión. El reconocimiento del error y de la
ilusión es tan difícil que el error y la ilusión no se reconocen en absoluto.
1. El talón de Aquiles del conocimiento
La educación debe mostrar que no hay
conocimiento que no esté, en algún grado, amenazado por el error y por la
ilusión. La teoría de la información muestra que hay un riesgo de error bajo el
efecto de perturbaciones aleatorias o ruidos (noise), en cualquier
transmisión de información, en cualquier comunicación de mensajes.
Un conocimiento no es el espejo de las cosas o
del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y
reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y
codificados por los sentidos; de ahí, es bien sabido, los innumerables errores de
percepción que sin embargo nos llegan de nuestro sentido más fiable, el de la
visión. Al error de percepción se agrega el error intelectual. El conocimiento
en forma de palabra, de idea, de teoría, es el fruto de una
traducción/reconstrucción mediada por el lenguaje y el pensamiento y por ende
conoce el riesgo de error. Este conocimiento en tanto que traducción y
reconstrucción implica la interpretación, lo que introduce el riesgo de error
al interior de la subjetividad del que ejercita el conocimiento, de su visión
del mundo, de sus principios de conocimiento. De ahí provienen los innumerables
errores de concepción y de ideas que sobrevienen a pesar de nuestros controles
racionales. La proyección de nuestros deseos o de nuestros miedos, las
perturbaciones mentales que aportan nuestras emociones multiplican los riesgos
de error.
1.1 Los
errores mentales
Ningún dispositivo cerebral permite distinguir
la alucinación de la percepción, el sueño de la vigilia, lo imaginario de lo
real, lo subjetivo de lo objetivo.
La importancia del fantasma y del imaginario
en el ser humano es inimaginable; dado que las vías de entrada y de salida del
sistema neuro-cerebral que conectan el organismo con el mundo exterior
representan sólo el 2% de todo el conjunto, mientras que el 98% implica al
funcionamiento interior, se ha constituido en un mundo psíquico relativamente
independiente donde se fermentan necesidades, sueños, deseos, ideas, imágenes,
fantasmas, y este mundo se infiltra en nuestra visión o concepción del mundo exterior.
También existe en cada mente una posibilidad
de mentira a sí mismo (self-deception) que es fuente permanente de error
y de ilusión. El egocentrismo, la necesidad de autojustificación, la tendencia
a proyectar sobre el otro la causa del mal hacen que cada uno se mienta a sí
mismo sin detectar esa mentira de la cual, no obstante, es el autor.
1.2 Los
errores intelectuales
Nuestros sistemas de ideas (teorías,
doctrinas, ideologías) no sólo están sujetos al error sino que también protegen
los errores e ilusiones que están inscriptos en ellos. Forma parte de la lógica
organizadora de cualquier sistema de ideas el hecho de resistir a la
información que no conviene o que no se puede integrar. Las teorías resisten a
la agresión de las teorías enemigas o de los argumentos adversos. Aunque las
teorías científicas sean las únicas en aceptar la posibilidad de ser refutadas,
tienden a manifestar esta resistencia.
1.3 Los
errores de la razón
Lo que permite la distinción entre vigilia y
sueño, imaginario y real, subjetivo y objetivo, es la actividad racional de la
mente que apela al control del entorno (resistencia física del medio al deseo y
al imaginario), al control de la práctica (actividad verificadora), al control
de la cultura (referencia al saber común), al control del prójimo (¿es que
usted ve lo mismo que yo?), al control cerebral (memoria, operaciones lógicas).
Dicho de otra manera, es la racionalidad la que corrige.
La verdadera racionalidad, abierta por
naturaleza, dialoga con una realidad que se le resiste. Ella opera un ir y
venir incesante entre la instancia lógica y la instancia empírica; es el fruto
del debate argumentado de las ideas y no la propiedad de un sistema de ideas.
Un racionalismo que ignora los seres, la subjetividad, la afectividad y la vida
es irracional. La racionalidad debe reconocer el lado del afecto, del amor, del
arrepentimiento. La verdadera racionalidad conoce los límites de la lógica, del
determinismo, del mecanismo; sabe que la mente humana no podría ser
omnisciente, que la realidad comporta misterio; ella negocia con lo
irracionalizado, lo oscuro, lo irracionalizable; no sólo es crítica sino
autocrítica. Se reconoce la verdadera racionalidad por la capacidad de
reconocer sus insuficiencias.
1.4 Las
cegueras paradigmáticas
El juego de la verdad y del error no sólo se
juega en la verificación empírica y la coherencia lógica de las teorías;
también se juega a fondo en la zona invisible de los paradigmas. Esto lo debe
tener bien en cuenta la educación.
¨
La promoción / selección de los
conceptos maestros de la inteligibilidad. Así, el Orden
en las concepciones deterministas, la Materia en las concepciones materialistas,
el Espíritu en las concepciones espiritualistas, la Estructura en
las concepciones estructuralistas son los conceptos maestros seleccionados /
seleccionantes que excluyen o subordinan los conceptos que les son antinómicos
(el desorden, el espíritu, la materia, el acontecimiento). De este modo, el
nivel paradigmático es el del principio de selección de las ideas que están
integradas en el discurso o en la teoría o que son apartadas y rechazadas.
La determinación de las operaciones lógicas
maestras. El paradigma está oculto bajo la lógica y
selecciona las operaciones lógicas que se vuelven a la vez preponderantes,
pertinentes y evidentes bajo su imperio (exclusión-inclusión,
disyunción-conjunción, implicación-negación). Es el paradigma quien otorga el
privilegio a ciertas operaciones lógicas a expensas de otras como la
disyunción, en detrimento de la conjunción; es él quien da validez y
universalidad a la lógica que ha elegido. Por eso mismo, da a los discursos y a
las teorías que controla las características de necesidad y verdad.
El imprinting y la normalización
Al determinismo de los paradigmas y modelos
explicativos se asocia el determinismo de las convicciones y creencias que,
cuando reinan en una sociedad, imponen a todos y a cada uno la fuerza
imperativa de lo sagrado, la fuerza normalizadora del dogma, la fuerza
prohibitiva del tabú. Las doctrinas e ideologías dominantes disponen igualmente
de la fuerza imperativa que anuncia la evidencia a los convencidos y la fuerza
coercitiva que suscita el miedo inhibidor en los otros.
El poder imperativo y prohibitivo de los
paradigmas, creencias oficiales, doctrinas reinantes, verdades establecidas,
determina los estereotipos cognitivos, ideas recibidas sin examen, creencias
estúpidas no discutidas, absurdos triunfantes, rechazos de evidencias en nombre
de la evidencia y hace reinar bajo los cielos, conformismos cognitivos e
intelectuales. Todas las determinaciones sociales-económicas-políticas (poder,
jerarquía, división de clases, especialización y en nuestros tiempos modernos,
tecno-burocratización del trabajo) y, todas las determinaciones culturales
convergen y se sinergisan, para encarcelar al conocimiento en un
multi-determinismo de imperativos, normas, prohibiciones, rigideces y bloqueos.
La noología: posesión
Marx decía justamente: «los productos del
cerebro humano tienen el aspecto de seres independientes dotados con cuerpos
particulares en comunicación con los humanos y entre ellos».
Es más, las creencias y las ideas no sólo son
productos de la mente, también son seres mentales que tienen vida y poder. De
esta manera, ellas pueden poseernos.
Debemos ser bien conscientes que desde el
comienzo de la humanidad nació la noósfera -esfera de las cosas del espíritu-
con el despliegue de los mitos, de los dioses; la formidable sublevación de
estos seres espirituales impulsó y arrastró al homo sapiens hacia
delirios, masacres, crueldades, adoraciones, éxtasis, sublimidades desconocidas
en el mundo animal. Desde entonces, vivimos en medio de una selva de mitos que
enriquecen las culturas.
Procedente por completo de nuestras almas y de
nuestras mentes, la noósfera está en nosotros y nosotros estamos en la
noósfera. Los mitos han tomado forma, consistencia, realidad a partir de
fantasmas formados por nuestros sueños y nuestras imaginaciones. Las ideas han
tomado forma, consistencia, realidad a partir de los símbolos y de los
pensamientos de nuestras inteligencias. Mitos e Ideas han vuelto a nosotros,
nos han invadido, nos han dado emoción, amor, odio, éxtasis, furor. Los humanos
poseídos son capaces de morir o de matar por un dios, por una idea. Todavía al
comienzo del tercer milenio, como los daimons de los Griegos y a veces
como los demonios del Evangelio, nuestros demonios «de ideas» nos arrastran,
sumergen nuestra conciencia, nos hacen inconscientes dándonos la ilusión de ser
hiper conscientes.
Lo inesperado...
Lo inesperado nos sorprende porque nos hemos
instalado con gran seguridad en nuestras teorías, en nuestras ideas y, éstas no
tienen ninguna estructura para acoger lo nuevo. Lo nuevo brota sin cesar; nunca
podemos predecir cómo se presentará, pero debemos contar con su llegada, es
decir contar con lo inesperado (cf. Capítulo V: Enfrentar las incertidumbres).
Y una vez que sobrevenga lo inesperado, habrá que ser capaz de revisar nuestras
teorías e ideas en vez de dejar entrar por la fuerza el hecho nuevo en la
teoría, la cual es incapaz de acogerlo verdaderamente.
La
incertidumbre del conocimiento
¡Cuántas fuentes, causas de error y de ilusión
múltiples y renovadas sin cesar en todos los conocimientos!
Por eso
la necesidad para cualquier educación de despejar los grandes interrogantes
sobre nuestra posibilidad de conocer. Practicar estas interrogaciones se
constituye en oxígeno para cualquier empresa de conocimiento. Así como el
oxígeno destruía los seres vivos primitivos hasta que la vida utilizó este
corruptor como desintoxicante, igual la
incertidumbre que destruye el conocimiento simplista, es el desintoxicante del
conocimiento complejo. De todas formas, el conocimiento queda como una aventura
para la cual la educación debe proveer los viáticos indispensables.
El conocimiento del conocimiento que conlleva
la integración del cognocente en su conocimiento debe aparecer ante le
educación como un principio y una necesidad permanente. Debemos comprender que
hay condiciones bio-antropológicas (las aptitudes del cerebro <-> mente
humano), condiciones socio-culturales (la cultura abierta que permite los
diálogos e intercambios de ideas) y condiciones noológicas (las teorías
abiertas) que permiten «verdaderos» interrogantes, esto es, interrogantes
fundamentales sobre el mundo, sobre el hombre y sobre el conocimiento mismo.
Necesitamos civilizar nuestras teorías, o sea
una nueva generación de teorías abiertas, racionales, críticas, reflexivas,
autocríticas, aptas para auto-reformarnos.
Necesitamos encontrar los meta-puntos de vista
sobre la noósfera, lo cual no puede suceder más que con la ayuda de ideas
complejas, en cooperación con nuestras mismas mentes buscando los meta-puntos
de vista para auto-observarnos y concebirnos.
Necesitamos que se cristalice y se radique un
paradigma que permita el conocimiento complejo.